Son muchas las mujeres que sufren una depresión después del parto en las que se siente apatía, llantos y tristeza y que según cada vez más expertos, se encuentra relacionada con desequilibrios hormonales y carencias nutricionales.
¿Qué es la depresión postparto?
La depresión posparto puede comenzar durante los cuatro días posteriores a dar a luz y puede convertirse en una auténtica depresión en los que la desesperanza, insomnio, ansiedad, cansancio y pensamientos negativos, se convierten en algo constante.
Por regla general este problema suele tratarse con antidepresivos pertenecientes a la familia ISRS, es decir, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que consiguen “engañar” al cerebro haciéndole creer que tiene unos niveles de norepinefrina y serotonina mayores de los que en realidad tiene. Este tipo de neurotransmisores son una sustancia química encargadas de transmitir las señales desde una neurona a otro y que están relacionados con el estado de ánimo y las emociones.
Según un informe llevado a cabo en la universidad norteamericana de Yale, se han logrado identificar tres causas de tipo fisiológico que provocan esta depresión: contar con unos niveles bajos de serotonina, de norepinefrina y de dopamina; alteraciones en las membranas de las neuronas y los cambios hormonales propios del embarazo.
En estos casos los déficits que habría que corregir son una deficiencia de vitamina B12 y B6 y de folato que son fundamentales para el metabolismo correcto de la homocisteína, compuesto necesario para producir los neurotransmisores del cerebro.
También hay que combatir el déficit de ácidos grasos omega 3 DHA y EPA, grasas que mantienen la fluidez de las membranas neuronales y potencian la producción de loso neurotransmisores.
A lo expuesto anteriormente hay que añadir que la seguridad que los medicamentos antidepresivos no ha sido correctamente estudiada en las mujeres lactantes, algo que podría provocar efectos poco deseables en los bebés.
El bebé
Los órganos, los músculos, el cerebro, los huesos, los ojos, los nervios, los fluidos, la piel, los tejidos y las glándulas del feto se forman gracias a los nutrientes que proceden de la sangre de la madre que obtiene por medio de la placenta. Si existen déficits de tipo nutricional, como el feto es la prioridad en la naturaleza, la madre será la que sufra las consecuencias, ya que todos los neurotransmisores químicos más importantes que afectan a la energía, al estado de ánimo y a otros procesos fisiológicos se formar gracias a esos nutrientes.
Si la madre no se asegura una reserva buena de ellas durante el tiempo que dura el embarazo así como en el postparto, puede llegar a pasarse el resto de la vida preguntándose por qué no se ha vuelto a sentir bien desde que nació su primer hijo. El momento perfecto para reponer todas esas reservas comienza después de dar a luz y hasta veinticuatro meses después del momento del parto. Y es que esas deficiencias pueden llegar a reflejarse en problemas en la salud a un largo plazo.