Nuestra pareja puede ayudarnos a aliviar los dolores que se sufren en el parto además de con su presencia, con sus propias manos. Estos ejercicios se deben aprender a hacer juntos y con la anticipación necesaria para que cuando llegue el momento estemos preparados.
Para relajar los músculos faciales
Para ello nuestra pareja deberá apoyar los dedos medio, índice y anular de las dos manos donde comienza la nariz de tal manera que las yemas de los dedos de su mano derecha y los de su mano izquierda se toquen. Con una ligera presión deberá deslizar los dedos lentamente hacia las sienes.
Se apoyan los dedos índice y pulgar de las dos manos en el centro de nuestra barbilla y se ejerce una presión ligera mientras se va dibujando el arco de nuestra mandíbula mientras se sube hacia las orejas.
También puede apoyar las yemas de sus dedos medio e índice en el arranque de nuestra nairz para ir subiendo con toques muy leves hacia la frente.
Otra manera de relajar nuestros músculos de la cara es ejerciendo una presión muy ligera en las sienes y en el centro de la frente con los dedos medio e índice.
Para relajar los hombros y el cuello
En este caso deberá apoyar las yemas de sus dedos de las dos manos en los lados del pliegue que tenemos en la nuca y desde allí descender hasta los hombros con movimientos circulares.
También puede apoyar la palma de sus dos manos sobre nuestros hombros e ir deslizándolas muy lentamente hasta el extremo de nuestros hombros.
Apoyando los pulgares debajo de los omóplatos y ejercer cierta presión en esta zona durante unos segundos, también contribuirá a relajarnos. Para ello deberá deslizar sus dedos y dirigirlos hacia arriba de nuevo hasta llegar a la nuca.
Para aliviar la pesadez de nuestras piernas
En este caso deberá estimular muy delicadamente con las yemas de sus dedos esa línea imaginaria que discurre por toda la parte exterior de la tibia, partiendo desde la rodilla hasta acabar en el tobillo.
Con las yemas de sus dedos también podrá efectuar un masaje en la zona interior de la pierna mientras va avanzando por la misma línea imaginaria desde el tobillo hasta el hueco de nuestra rodilla.
Igualmente puede rozar la parte exterior de nuestros muslos con la ayuda de toda su mano, partiendo desde las rodillas mientras va subiendo hasta las caderas muy poco a poco.
Aliviar la tensión de la espalda
En primer lugar deberemos tumbarnos sobre un costado teniendo una pierna estirada y la otra flexionada para que así pueda masajearnos los músculos que van paralelos a nuestra columna vertebral con ligeros movimientos efectuados con las yemas de sus dedos desde la cintura hasta el cóccix.
Apoyando la palma de su mano sobre nuestra parte más baja de la espalda, deberá realizar movimientos ligeros rotatorios sobre esta zona.
También puede friccionar sus manos en la parte más baja de nuestra espalda con movimientos lentos, circulares y suaves.