Hoy en día se incrementan los casos de niños que sufren de colesterol alto y es desafortunadamente por las malas dietas que tienen, ademas permitidas y aplaudidas por sus papás que han cometido el error de darles comida que no los alimenta, pero que si los llena de calorías y grasa. A pesar de que son pequeños y se creería que en su corta edad no pueden padecer de triglicéridos y colesterol alto, los niños están empezando a tener estas sustancias en sus organismos en grandes cantidades, algo que solo se presentaba en los adultos y todo se debe a los cambios en los hábitos alimenticios y a la frecuencia con la que consumen comida chatarra o rica en grasas.
Si tienen estas grasas en muchas cantidades, puede frenarse o volverse lento el proceso de creación y regeneración de células, por eso es peligroso, además que impide la regulación de muchas acciones y procesos en el cuerpo y limita la producción de hormonas necesarias para muchos sistemas. Lo paradójico es que se necesita para realizar las mismas funciones, sino que cuando se vuelve incontrolable y las cantidades son exorbitantes, empieza a ser peligroso y puede volverse un colesterol malo.
El colesterol malo está identificado con la sigla LDL y es el que produce el taponamiento de venas y arterias porque se transporta en la sangre y se almacena en las paredes de estos canales conductores, generando problemas para el corazón, el cerebro o los riñones. Es común que los niños que tengan muy alto el nivel de colesterol malo, sufran también de diabetes, por lo que los médicos inician exámenes de inmediato. También es común que si no hay un control en la alimentación y un cuidado con los tratamientos recomendados, los niños crezcan con mayor concentración del colesterol y estén propensos a un infarto una vez que llegan a la adolescencia y de ahí para adelante, y peor aun cuando la vida es excesivamente sedentaria, no hay rutinas de ejercicio o interés así sea por caminar para regular las funciones del cuerpo.
Un factor que puede influir es que este padecimiento puede ser por herencia y se complica más cuando la dieta es inadecuada o hay rasgos de obesidad. Si se sabe que los padres tienen estos problemas, es mejor que desde pequeño se eduque al niño acerca de lo que debe y no debe comer, de lo que debe ser continuo y lo que puede ser esporádico, de lo que le hace bien y de lo que lo puede enfermar, así ellos poco a poco irán entendiendo que es por su bien, aunque al principio es una tarea difícil.
A los niños menores de 4 años no hay que cambiarles la dieta exageradamente, porque ellos si necesitan de esta grasa para su desarrollo, pero a medida que superen los 6 años y empiecen a tomar decisiones gastronómicas, hay que educarlos sobre la comida sana y la chatarra y los beneficios o contras que ofrecen. Hay que consultar con un pediatra el nivel de calorías necesarias y la cantidad de grasas que debe consumir el niño para saber lo que deben preparar y sobre todo evitar los productos con grasas trans o saturadas.