Desde que aparecen las piezas dentarias es esencial incorporar la rutina de la limpieza como un juego de imitación. Hasta los cuatro años hay que visitar con frecuencia al odontopediatra. Desde el «día uno», es decir cuando los dientes comienzan a aparecer en la boca de los bebés, corren el riesgo de ser afectados por bacterias. Por eso resulta de vital importancia que los padres y el odontopediatra presten atención al cuidado de estas pequeñas piezas y hagan hincapié en la adquisición de correctos hábitos de higiene.
Empezando como un juego, imitando el movimiento que hacen los papás al cepillarse, los chicos deben incorporar el hábito de limpiarse los dientes después de ingerir alimentos, a la mañana y antes de irse a dormir, por las noches. No obstante, si tenemos en cuenta que al empezar a salir los dientes los chicos suelen sentirse muy molestos, es recomendable que les enseñemos sobre el cuidado pero también que les acerquemos objetos duros y fríos como mordillos, que contribuyen a atenuar el dolor y aceleran la erupción de los dientes.
Entre los primeros meses de vida y los dos años no es tan importante que los chicos desarrollen una técnica de cepillado, sino más bien que adquieran el hábito y que entiendan que es una actividad que deben realizar frecuentemente. Luego, entre los 24 meses y hasta los cuatro años, cuando la dentición tiende a completarse, hay que incorporar la rutina de visitar al odontopediatra.
Esta etapa es también la de la incorporación de las aplicaciones tópicas con flúor, sustancia que ayuda a fortalecer y vigorizar el esmalte dental, al tiempo que reduce los ácidos producidos por las bacterias.
Es importante que los padres estén atentos a la aparición de nuevas piezas y establezcan una rutina de visitas frecuentes al odontólogo, con quien los niños deben crear un vínculo natural. Las actitudes de los padres son clave para evitar que se instale el tan común miedo al dentista. Por ejemplo, una buena opción es que antes de llevar a los niños al odontopediatra, ellos acompañen a la mamá o al papá al dentista del adulto para que se familiaricen con los objetos, la silla y demás.
Hacer atractivo el cepillado puede ayudar. A los siete u ocho años, cuando cepillarse ya dejó de ser una novedad y puede convertirse en algo tedioso, tal vez ayude utilizar cepillos y pastas de diferentes motivos, colores y sabores.
Dedicar tiempo a crear en sus hijos pequeños el hábito de cepillarse los dientes es reaseguro de que lo harán solos cuando sean más grandes.
Los hábitos se imitan
En un relevamiento realizado recientemente en Estados Unidos -publicado en el Journal Pediatrics-, del cual participaron 6.107 niños y adolescentes de entre 2 y 17 años acompañados por sus padres, se muestra que los chicos presentan más probabilidades de concurrir al dentista cuando sus progenitores lo hacen.
El 86 por ciento de los chicos cuyos padres habían asistido al dentista en el último año también se sometió a controles. En el caso de las mamás y los papás que no lo habían hecho, la incidencia de visitas de pacientes pequeños y jóvenes fue del 63 por ciento.
Orden de aparición de los dientes
1) Incisivos centrales: a los 6 meses.
2) Incisivos laterales: a los 8 meses.
3) Primeros molares: a los 12 meses.
4) Cúspides: a los 18 meses.
5) Segundos molares: 24 meses.