Cuando ese momento llega, además del inmenso dolor que los adultos sentimos, aparece el problema de cómo explicarles a los pequeños lo que ha sucedido y preguntas cómo si es conveniente que vayan al velatorio, al entierro o incluso que nos vean llorar, puede llegar a agobiar a los padres. Descubre ciertas estrategias que pueden ayudar a evitar algunos de los errores más comunes.
Niños hasta los dos años de edad
Aunque a esta edad las palabras pueden llegar a no tener demasiado sentido y no entenderán las explicaciones, pueden llegar a demostrar su dolor a través de ciertas conductas que para ellos les da seguridad, como acariciar su muñeco favorito todo el tiempo o chuparse el dedo.
En esta etapa no hay que ocultarles los sentimientos de los adultos para que no puedan recibir un doble mensaje que les pueda llegar a confundir.
Desde los dos hasta los seis años de edad
A esta edad los niños suelen hacer de sus juegos una manera de simbolizar lo que están viviendo por lo que será normal verlos enterrar sus juguetes o hacer dibujos que representen el ritual de la muerte. En estos casos hay que respetar sus juegos ya que ellos también necesitan expresar su dolor.
En esta edad sí que es importante hablarles de la muerte aunque todavía no entiendan perfectamente su significado. Decirles la verdad y dejarles claro que no volverán a ver a esa persona que ha muerto, es fundamental. Es aconsejable que vayan al entierro o al velatorio ya que de esa manera podrán despedirse ellos también del ser querido que ha fallecido. Eso sí, habrá que preguntarles si desean hacerlo y respetar siempre su decisión, ya que aunque sería aconsejable que lo hicieran, jamás se les puede obligar a ello.
Desde los seis años hasta los doce años
Ya están en condiciones de entender todo por lo que hay que hablarles lo más claramente posible. En ningún caso se les debe desvalorizar pensando que aún no tienen la edad suficiente para entender lo que ha pasado. Es muy bueno hablar sobre ese tema y escuchar atentamente todo lo que tengan que preguntar por mucho que puedan parecer tonterías. Una forma buena de ayudar puede ser recordar todos aquellos momentos que compartió con la persona que ha fallecido.
Niños de todas las edades
Si se oculta el tema y el proceso de la despedida no se ha llevado a cabo correctamente, puede llegar a modificar la conducta de los pequeños incluso llegando a retroceder a etapas que ya estaban superadas. Algunos niños pueden comenzar a hacerse pis en la cama de nuevo o incluso adoptar tics diferentes. Pueden aparecer igualmente problemas en el aprendizaje.
Pero si el duelo ha podido compartirlo y vivirlo junto con toda la familia dentro de toda la naturalidad que ese momento puede conllevar, después de pasado un tiempo el niño volverá a su normalidad sin ningún tipo de secuelas en su conducta.