Para algunos padres, conseguir que sus hijos duerman solos es un desafío, pues no saben como afrontar su miedo a la oscuridad o se apegan tanto a el que les da miedo dejarlos solos, pero es una etapa necesaria que en algún momento debe ser superada. Es una tarea en algunos casos difícil pero depende de los hábitos que hayan creado los padres desde que le niño era un bebé y de la seguridad que tenga por algunos eventos que le hayan ocurrido. La mayoría teme dormir solo porque tiene miedo y porque la oscuridad representa un gran desafío.
Como todo lo que se aprende, depende de convertirlo en una rutina y constantes repeticiones de la actividad. Entonces en este caso, es bueno dejarlo dormir solo en su cuna desde los primeros meses de nacido y para estar pendiente, basta con dejar la cuna al lado de la cama de los padres. Conforme y vaya creciendo, se puede hacer una habitación para él y que descanse en un lugar propio, para que vaya adquiriendo independencia y confianza. Para que se sienta más tranquilo, antes que dormir, es bueno que se cuente un cuento, que se le acompañe unos minutos, que coma algo ligero o incluso que tome un baño caliente. Al principio, necesitará de los padres para poder dormir y será la vital la presencia de alguno de los dos en su cuarto mientras logra quedarse dormido, pero con el paso del tiempo y a medida que su mente madure de a poco, entenderá que es algo que puede lograr por sí mismo.
Desde pequeños hay que acostumbrarlos a dormir con la luz apagada y que observen que no pasa nada o que no hay monstruo alguno que se esconda bajo la cama. Para lograrlo fácilmente, hay que salir del cuarto cuando aún este en un estado entre despierto y dormido y que él, entre su somnolencia, entienda y vea que la luz fue apagada. La mayoría de las quejas o llamados se da hacia la media noche y puede ser porque le duele algo o porque ha tenido una pesadilla, pero lo mejor en estos casos es ir a atenderlo en su cuarto y después de unos minutos, dejarlo nuevamente descansando allí. El error empieza cuando se los llevan para el cuarto de los padres y los acuestan con ellos en la misma cama. Pasado un tiempo, será casi imposible quitarles esa costumbre.
Hay algunas situaciones que pueden ser consideradas como particularidades, por ejemplo, que durante las vacaciones no hubo suficiente espacio para que el durmiera solo, entonces no habrá problema porque duerma unos días con sus padres y cuando regresen a casa, simplemente continuar con la rutina común y corriente. Así mismo pueden considerarse excepciones como los divorcios, la muerte de un pariente cercano o que esté muy enfermo.