Existen ciertas actitudes en el comportamiento de los niños que dejan entrever la existencia de problemas y que son importantes que tengamos en cuenta.
Reacciones neuróticas
Existen algunos niños con un fondo de angustia crónica, que están en un estado de inquietud y temor permanente, con miedo a todo y con una fragilidad a todo peligro que puede venir del exterior o del interior. Se trata a menudo de niños expectantes que viven en una actitud defensiva con fáciles sobresaltos, pero que en un primer plano, presentan muy frecuentemente manifestaciones somáticas: trastornos del sueño (insomnio en particular) y trastornos del apetito, etc.
En el primer año de vida se puede observar el desarrollo de la angustia. En una primera etapa difícilmente se puede hablar de angustia verdadera; se trata de estados de tensión fisiológica que se manifiestan como respuesta a las percepciones de desequilibrio interior.
Los recién nacidos temen a los ruidos fuertes, a la hiperestimulación o inundación de estímulos, a la sensación de caer y al dolor. Parece ser que son respuestas innatas que ayudan a los niños a sobrevivir a los peligros potenciales. En el segundo semestre e la vida aparece una segunda etapa: la reacción de miedo, reacción que se dirige a un objeto del entorno físico, ya sea una persona o una cosa con la cual el niño ha tenido experiencias desagradables. Cuando este objeto se presenta de nuevo en su percepción, el niño lo manifiesta con una reacción de huida.
En una tercera etapa, entre los 6 y los 8 meses, el niño comienza a distinguir al amigo del extraño y aparecen los fenómenos de angustia propiamente dichos.
En el desarrollo posterior se dan especialmente tres tipos de ansiedad. Cuando se presentan en la vida del niño acontecimientos inesperados y aterrorizantes, ante los que no dispone de mecanismos para enfrentarse, se habla de ansiedad traumática. El niño puede adquirir unas conductas ansiosas de las que aprende este tipo de comportamientos, en lo que se denomina ansiedad por contagio. En algunos casos, no está claro el inicio del problema, pero se presuponen unas fuerzas intrapsíquicas opuestas y profundamente asentadas que general ansiedad por conflicto.
Neurosis fóbica
Este tipo de neurosis tiene unas características más concretas y delimitadas. La fobia es un comportamiento irrazonable y desproporcionado que el niño experimenta ante ciertos objetos o situaciones. Un estímulo determinado desencadena sistemáticamente, cada vez que se presenta, una reacción de miedo que domina al niño y le impide actuar y se queda bloqueado o huye, aunque comprenda que su temor es absurdo e ilógico, e incluso trate de vencerlo. Su reacción y miedo tiene componentes neurovegetativos, como palpitaciones, sudores, sensación de ahogo, desazón, inquietud o temor; también puede utilizar mecanismos de evitación o subterfugios de prevención que tiene a aniquilar el objeto.