Dependiendo de la edad de nuestros hijos, éstos pasan diferentes etapas en su comportamiento que deben tenerse en cuenta a la hora de comprenderlos mucho mejor y que nos ayudarán a conseguir una mejor relación con ellos
La expresión emocional en los niños de siete años
A los siete años el desequilibrio emocional de los niños se centra sobre todo en la relación que mantienen consigo mismos más que con la gente que les rodea. Se preocupan del lugar que ocupan dentro de la familia y en la escuela. Es una edad de sentimientos. Vive más encerrado en sí mismo y se aparta de las situaciones para protegerse.
Cuando se enfada, dirige su cólera hacia sí mismo, se encierra en el silencio en lugar de las exageradas manifestaciones de las etapas anteriores y si no puede llevar a cabo lo que se propone, puede reaccionar rompiendo algún objeto. Es una etapa de estar serio, absorto, pensativo, elaborando interiormente sus impresiones, abstraído del mundo exterior y sedimentando la experiencia acumulada. Por eso le molesta que interrumpan sus meditaciones. A menudo se siente desgraciado y se pone triste y malhumorado, pero llora menos que antes.
Puede dominar su llanto, pues se siente avergonzado de que le vean llorar. Esto se manifiesta en su lenguaje, pues se queja de que nadie le quiere o que los demás son injustos con él. Sus sentimientos de inseguridad pueden hacerle sentirse celoso de los privilegios o capacidades de sus hermanos y es uno de los motivos de que se pelee con ellos. Sigue con poco sentido del humor y ya no se puede utilizar éste para manejarle. Es sensible al elogio y a la culpa y está ansioso por agradar. Tiene pocos accesos de cólera y se opone menos a las órdenes que recibe.
Los ocho años
Esta edad se caracteriza por valorar todo lo que sucede, se critica a sí mismo y a los demás. El adulto le valora más como una persona y se puede conversar mucho mejor con él. Vuelve a se un niño hablador, incluso exageradamente. Tiende a dramatizarlo todo, a exagerar, aunque a hora ya sobre una base cierta. Es sensible, y cuando se siente herido, le afectan mucho las críticas y sus ojos se llenan de lágrimas. Aunque sigue creyendo que el lo sabe todo y se vanagloria de ello, empieza a reconocer que otros puede saber más que él. Su curiosidad se hace extensiva a las actividades personales de los demás, por ejemplo, las conversaciones y llamadas telefónicas.
Esta curiosidad sustituye a la agresividad. Reacciona al ataque o la crítica más ofendido. La agresividad es principalmente verbal. Tiene un elevado sentido del humor y le agrada sorprender a los demás en sus errores, pero no soporta que hagan bromas sobre su persona. Su forma descuidada de actuar suele exasperar a la made. Con ésta se muestra muy afectuoso pero también descarado. En general, se muestra alegre y jovial, con accesos de risa, si bien puede también estallar en llanto en cualquier momento.