En situaciones de crisis personales nuestro cerebro pone de una manera automática, la química del estrés que aumenta la producción de una serie de hormonas para ayudarnos a hacer frente a cualquier situación que nos pueda amenazar. Pero si esta situación de crisis se alarga, puede llevarnos incluso a padecer una depresión por lo que hay que aprender a desarrollar habilidades y aptitudes que hasta ese momento hemos tenido desaprovechadas.
Cómo sacar fuerzas de flaqueza
Para ayudarnos a afrontar las etapas de incertidumbre y de miedo, que son normales vivir en alguna etapa de nuestra vida, es necesario tener nuestra autoestima en el lugar que le corresponde. Cuanto mayor sea ésta, veremos con mayor esperanza nuestro futuro. Para ello deberemos practicar la introspección reforzando nuestros aspectos positivos que nos ayudarán a valorarnos más justamente.
Se ha demostrado que el optimismo depende en buena parte de los genes, pero también podemos aprender a ponerlo en práctica nosotros mismos, es decir, podemos aprender a pensar en positivo. Echar un vistazo hacia atrás y aprender de las experiencias vividas y sentirse satisfecho de las dificultades que hemos superado en el pasado, nos dará una visión más positiva de nuestra propia vida.
Desahogarse con las personas más cercanas, compartir con otros las penas que vivimos y en general hablar de lo que nos preocupa, nos obliga a organizar nuestros pensamientos y hacerlos mucho más concretos, algo que nos permitirá afrontarlos con mayor fuerza.
Salir con amigos también nos ayuda a superar mejor las adversidades desde el momento en que nos sentimos parte del grupo. Las personas que se sienten solas o aisladas tienen más dificultades a la hora de enfrentarse a sus problemas. Ayudar a los demás también nos hará potenciar nuestra autoestima desde el mismo momento en que tenemos una sensación de utilidad que nos hace sentirnos necesarios para alguien.
Cómo nos ayuda el optimismo
La persona que es positiva tiende a encontrase más abierta hacia todo lo que le rodea, algo que se traduce en una mayor cantidad de relaciones sociales y en una mayor actividad física que la ayudará a tener una salud mejor. Por ende, en el momento en que estas personas sufran cualquier tipo de enfermedad, su evolución será mucho más favorable, casi con total seguridad, que en las personas que son más negativas.
Los individuos positivos propician su propia longevidad al seguir una dieta más recomendable y por la práctica de ejercicio que suelen incluir en su estilo de vida, ya que aparte de la importancia genética, en la longevidad también influyen factores que se relacionan con el entorno en el que se vive y la manera personal que cada uno tiene de ver su propia vida.
El optimismo protege contra la depresión ya que se tiene una menor tendencia a padecer este trastorno y en el caso de padecerla, cuenta con más mecanismos de defensa para poder superarla y vencerla. También ayuda a neutralizar el estrés, ya que la persona optimista reacciona ante cualquier tipo de amenaza siempre con el pensamiento de que las va a superar.