Cuando los hijos son pequeños resulta fácil negociar con ellos, pero cuando llegan a la adolescencia, una negociación puede llegar a resultar bastante más compleja. Aprende cómo hacerlo sin ?dejarte la vida?? en ello.
El proceso de la negociación
Lo más importante para empezar a negociar es que ambas partes se encuentren serenas, sin tensión, sin prisas y sin nervios.
En ese momento se debe invitar al hijo a que cuente su propia versión del problema en cuestión. Es muy importante que se sienta escuchado ya que de esta manera será mucho más sencillo que él también escuche a sus padres.
Hay que dejar muy claro el punto de vista de los padres y explicarles las razones por las que no se está de acuerdo con ciertas cosas. Después de este paso se debe animar al hijo a buscar una solución que pueda mantener contentas a las dos partes.
Escuchar las ideas del hijo y aportar las propias es fundamental. Una buena solución es poner las ideas de ambas partes por escrito y luego proceder a leerlas en voz alta, para ir eliminando aquellas que no son válidas para ninguno o incluso para reformularlas dependiendo del propósito de la negociación.
Por ejemplo, si el hijo pretende conectarse a internet durante ciertas horas unos días a la semana, se puede llegar a plantear la opción de que pueda hacerlo siempre que haya cumplido con algún tipo de obligación como acabar los deberes, ducharse o ayudar en alguna tarea de la casa. A partir de ese momento se puede seguir negociando si alguna de las partes no está de acuerdo con algún punto en concreto.
Después se debe elegir la que más satisfaga a las dos partes y concretar cómo llevarla a cabo. Así por ejemplo los padres pueden decir que les parece bien su planteamiento siempre y cuando él cumpla con su parte sin necesidad de estar continuamente controlado por los mayores. La responsabilidad de cumplir las condiciones deberá ser cosa del hijo y el incumplimiento de ella, implicará que al día siguiente no pueda beneficiarse de sus “privilegios”. Así por ejemplo si se conecta más tiempo del acordado en el ordenador, al día siguiente no podrá hacerlo.
Una vez se haya llegado al acuerdo y todos estén conformes, resulta muy importante demostrar que ha sido muy importante y necesaria esa negociación, transmitiendo la confianza que se ha depositado en él, con palabras como “estoy muy orgullosa de que podamos comenzar a respetarnos y de haber llegado a este acuerdo” o “gracias por haber cedido en esas cosas que sé que son importantes para ti” y explicando por supuesto, en que los padres han tenido que ceder y el por qué lo han hecho.
De esta manera el hijo sentirá que sus padres tienen confianza en él y se sentirá mucho más motivado a cumplir su parte del trato, mientras que sus progenitores habrán conseguido “en parte” lo que estaban buscando. Y es que una buena negociación siempre va a formar parte de la vida de nuestros hijos en mayor o menos medida, por lo que cuanto antes comiencen a aprender a hacerlo, mucho mejor.