Muchos adultos suelen recurrir a ciertas expresiones para darles lecciones a sus hijos, pero algunas pueden resultar equivocadas, convirtiendo la lección en algo completamente distinto y dañino para los hijos. Por eso, a continuación se presentan algunas frases absurdas que comúnmente dicen los padres pero que deben ser evitadas. ¡No te comportes como una niña!
Esta frase que suele ser repetida a los niños varones cuando actúan con berrinches o con actuaciones «débiles», suele ser el detonante de muchos problemas que hoy en día experimentan los hombres en cuanto a la sexualidad y el comportamiento entre géneros.Esta expresión, es sin duda inconveniente para la educación de un niño en varios niveles. Por una parte se le insinúa al pequeño que existe algo malo en las niñas, y al mismo tiempo magnifica el estereotipo o la personificación de que hay ciertas cosas que solo pueden ser realizadas por un género en particular. Aún peor es la situación cuando se utiliza esta frase en presencia de una niña. Por otra parte se perpetúa la mentalidad «machista» donde los niños no deben ser emotivos ni sensibles, sino fuertes y duros para ser aceptados o normales.
¡Eres igual a tu padre (o madre)!
Desde la biología se entiende que los hijos comparten el ADN de ambos padres, por lo que no es de extrañar que se parezca a alguno de ellos, pero el error comienza cuando se utiliza esta comparación para hacer hincapié en las malas actuaciones de uno de los padres.Sin importar los sentimientos que haya hacia la pareja o ex pareja, no se debe hacer que el niño se sienta mal por ser su hijo. De manera que si se le reitera continuamente a un pequeño que uno de sus progenitores es un perdedor, y luego se le dice se parece a esta persona en forma de regaño, él entenderá irremediablemente que es un perdedor también.
¡Yo sufro más al castigarte!
Generalmente se recurre a la utilización de esta expresión para que los hijos piensen que a sus padres no les gusta castigarlos, y que tener que hacerlo es una terrible experiencia. Pero la realidad es que eso es una mentira, no causa ningún dolor ponerles límites a los hijos, y es difícil sufrir más cuando son ellos los que se quedan sin celular, televisión o videojuegos por un mes. En realidad, se confunde bastante a los niños al repetir esa frase, ya que se les está diciendo que alguien que los ama los debe castigar por amor, y además que es doloroso castigarlos, pero no solo eso, sino que duele más hacerlo que el castigo mismo, algo que en realidad suena bastante absurdo.Lo ideal es hacerle saber al pequeño que lo que estuvo mal fue la acción que realizó, y que eso es lo que le causa dolor a los adultos, por lo que no debe volver a realizar esa acción nuevamente. Luego, como recordatorio, se le debe dar un castigo, de forma el niño comprenda correctamente lo que está sucediendo, y cuales son las emociones que ello le hace surgir a sus padres.
¡Porque yo lo digo!
Si bien esa frase no causa ningún daño mayor al niño, es importante que los padres se empeñen en dar explicaciones lógicas acerca de las situaciones o acciones que involucran a su hijo. De esta manera el niño aprenderá que tras todo comportamiento existe un motivo detrás, y que las cosas no se hacen simplemente porque si. Por ejemplo, si se le dice a un pequeño que no debe tocar el enchufe, es adecuado que sepa porque no debe hacerlo, de esa manera podrá poner mayor atención a la regla que si la explicación fuera «porque yo lo digo».
¡Espera a que tu padre (o madre) llegue a casa!
Utilizar esta frase es sinónimo de escapar de la responsabilidad de ponerle límites a un hijo. De manera que se insinúa que no se tiene la suficiente autoridad o dureza para hacerse cargo de la situación, por lo que se es necesario esperar a la llegada del otro padre.Además, por otra parte, se conlleva a que el pequeño tema o se sienta bajo el control de esa persona, y lo que es aún peor, el pequeño puede reaccionar evitando relacionarse con ese progenitor.