Educar con fortaleza y decisión a nuestros hijos es parte fundamental para criar hombres y mujeres de bien.
La educación de los hijos es algo costoso, actualmente cuesta más porque se ha cedido en cosas en las que no había qué ceder. Si queremos que las cosas funcionen, debemos recuperar virtud de la fortaleza en la educación y enseñar a nuestros hijos.
No podemos delegar la formación de los hijos en el colegio y conformarnos pensando que es allí donde lo van a educar, lo que podemos enseñar en casa es muy diferente de lo que van a aprender en el colegio. El colegio es una gran ayuda, pero son los padres y el entorno de la vida familiar, el primer ámbito educativo.
Confiar en nuestros hijos es abrirles posibilidades, y esto es el educar en libertad. Cuando confiamos en ellos, lo que estamos haciendo es exponerles a una alternativa, y en toda alternativa existe un riesgo. El riesgo que corremos es el de que la posibilidad que se ha abierto le haga peor o mejor persona.
Hemos de saber hablar con ellos de sus errores, y hacerles asumir las consecuencias de sus elecciones, han de saber y aprender la lección: el que elige elimina.
Hacerles ver a nuestros hijos que una determinada acción no les conviene es proporcionarles motivos, y eso es lo propio de la educación.
Fortaleza, paciencia y constancia están muy unidas en la tarea educativa, y, por lo tanto, si falta alguna de ellas se hace incompleta. Tirar la toalla es educar a medias, y esto es peor que no educar.
No podemos pretender que nuestros hijos sean mejores personas ya y ahora. Ser mejor persona es una tarea que dura toda la vida, es un proyecto a largo plazo. Cuando son pequeños realizan esa andadura de nuestra mano, pero a medida que van creciendo vamos soltando la cuerda, porque ya empiezan distinguir lo que es bueno y lo que es malo. Aunque es cierto que nunca acabamos de aprender, y hasta el final de nuestra vida estaremos aprendiendo de nuestras equivocaciones y adquiriendo experiencia.
La libertad nos ayuda a saber elegir lo que nos conviene. Para esa difícil lección nos entrenamos cada día. También cuando son muy pequeños nuestros hijos tienen oportunidades de hacer elecciones y definirse entre una cosa u otra. Con estas esas cosas van aprendiendo y van alcanzando un cierto grado de experiencia, sobre todo si les ayudamos a recapacitar. ¿Te das cuenta de lo bien que has hecho en hacer los deberes ahora en vez de ver la tele? Es estupendo que hoy no hayas hecho este encargo. Felicitarles es reforzarles y darles seguridad, aportarles la motivación necesaria para volver a elegir actuar bien en otra ocasión.
Tenemos que tener en cuenta que hacer lo que conviene, generalmente no es lo que más apetece, y para ellos la ley del me apetece o no, me gusta o me mola, es muy importante y a veces es la única motivación para hacer o dejar de hacer algo. Solo nuestros razonamientos sobre los resultados les ayudarán a tener pautas claras de comportamiento.