Aunque en la mayoría de colegios la educación en los modales se ha perdido, en casa, como personas responsables de nuestros hijos, debemos poner pautas en este aspecto para crear buenos hombres en el mañana.
La educación y los modales son algo muy valorado pero también un aspecto muy poco trabajado en la educación actual. Con frecuencia se infravaloran las formas y eso tiene repercusiones en la convivencia.
Nuestros hijos deben aprender lo que dice el dicho popular: buenos portes y buenos modales abren puertas principales. Una persona bien educada predispone a buen trato y a dar facilidades, todo lo contrario que la persona arisca o seca o áspera.
Los buenos modales comienzan por el tono de voz y el gesto en la cara. El mismo mensaje con distinto tono o con diferente gesto, puede variar lo que se transmite. Este modo de actuar se lo transmitimos a nuestros hijos con la forma de dirigirnos a ellos o de pedirles algo. Debemos procurar no romper la línea del respeto. Que sean nuestros hijos no quiere decir que podamos gritarles, enfadarnos hasta extremos insospechados. Debemos evitar que recaigan sobre ellos enfados con nosotros mismos. Ellos saben apreciar los enfados justos y escuchan mejor un buen razonamiento sereno que una acalorada riña sin proporción. Además tendremos más argumentos de peso para ayudarles a controlar sus enfados y a buscar caminos de reconciliación con nosotros, con sus hermanos o con sus amigos.
No menos importante es el modo de tratar las cosas que usan, su habitación, las cosas y lugares comunes. Hemos de hacer hijos cuidadosos y respetuosos con los objetos, esto también les ayudará a serlo con las personas. El individuo humano es una unidad y sus actitudes se extienden a todo su comportamiento. Si habitualmente un niño rompe o destroza sus juguetes, trata sin cuidado lo que usa, tira las cosas hay que enderezar estas actitudes para hacer del él una persona con más dominio y equilibrio.
En los más mayores por ejemplo hay que ver es estado de sus libros, y cuadernos. Tratar de que no los garabateen o dibujen. Esos libros pueden volver a ser utilizados y a nadie le gusta encontrarlos en mal estado. También hay que procurar que no arranquen hojas y en general que eviten todo lo que no sea conservarlos en buen estado. Pintar las paredes de la habitación, los útiles de deporte, las mochilas o la ropa, requiere una intervención por nuestra parte, si queremos que nuestros hijos respeten también el entorno público. A todos nos molesta encontrar vallas, calles, puertas grafiteadas.
Enseñar también los modos de expresarse y dirigirse a los demás si se va a pedir algo, sabiendo utilizar el por favor y acompañarlo de un gracias cuando se recibe, no podemos acostumbrarles a recibir sin valorar las cosas, aunque sean muy pequeños deben a prender que la vida es un intercambio de servicios y que las cosas más sencillas se pueden agradecer y que eso hace la vida muy agradable a los demás. También es bueno habituarles a escuchar a los demás sin interrumpir la conversación. A decir buenos días al llegar a desayunar, o buenas noches antes de irse a la cama.