La independencia empieza cuando el niño es capaz de comer solo y sin ayuda de adultos.
Aprender a comer solo es una odisea para muchos niños, pero es algo que debemos afrontar en el momento oportuno. ¿Cuál es la edad apropiada? Con dos años un niño ya debe comer autónomamente.
Es una medida que no se puede tomar drásticamente, es un proceso. Cuando el niño tiene hermanos es más fácil porque querrá imitarles y hacerlo por sí mismo, como ellos. El problema se presenta generalmente más a menudo, cuando es un solo niño el que debe aprender.
Comer solo además implica saber utilizar los cubiertos. Coger debidamente la cuchara y el tenedor y utilizar el cuchillo. No podemos pedirles todo de golpe, sino que empezaremos por la cuchara, los alimentos que se comen con ella no requieren operaciones especiales para ellos, como pinchar con el tenedor o cortar. También hay que llenarse de paciencia porque no lo va a hacer bien desde el primer día y seguramente se manchará y provocará manchas con frecuencia. Al principio comerá con babero y no con toda la familia, para no retrasar el ritmo de la comida familiar.
Lógicamente cuando un niño ha llegado a esta fase, debe estar comiendo de todo o casi de todo. Este es otro capítulo importante, porque nos cuesta quizá más a nosotros dar este paso, ya que nos plantea menos problemas darle comidas que con las que no hay conflictos. No podemos ceder fácilmente a darle únicamente aquello que le gusta, nos resta autoridad y les hacemos personas consentidas.
Comer de todo es un buen objetivo antes de empezar a comer con cubiertos. A veces habrá que ayudarse del elemento sorpresa y elaborar una comida divertida, es entretenido y simpático comer un puré que sea una cara, o una hamburguesa que recuerde la forma de un coche. Basta un poco de creatividad e imaginación para sorprenderles con alguna comida que para ellos puede plantearse casi como un juego: primero nos comemos los ojos, luego la nariz…
Ingerir todo tipo de alimentos es algo saludable y desde pequeños debemos acostumbrarles a ello, para que no aparezcan carencias, y como consecuencia enfermedades. Necesitamos de todos los nutrientes y estos se encuentran distribuidos en diferentes cantidades en los alimentos, los diferentes periodos del crecimiento deben poder edificar la estructura del cuerpo humano con todos los elementos. Por eso es bueno preguntarse de vez en cuando qué alimentos todavía no ha probado nuestro hijo y tratar de incorporarlos a su alimentación. Ser selectivo y caprichoso con los alimentos no lleva consigo buenas consecuencias. Hay que crear en ellos una sana curiosidad por los conocer los distintos sabores.
Cualquiera de estas etapas, son elementos auxiliares de la maduración necesaria del niño y su proceso de crecimiento como persona. Les hacemos pequeños cuando no les planteamos pequeñas metas en estos aspectos.
Todo debemos hacerlo en un clima sereno y poco a poco, pero buscando resultados en la conducta del niño. Hacerle ver sus progresos e intentar incorporarle en cuanto sea posible a la mesa con todos, reafirmará los hábitos que haya ido adquiriendo.