En muchas ocasiones por falta de tiempo o incluso de organización, son muchos los hogares que suelen consumir alimentos congelados o precocinados varias veces a la semana. Alimentos precocinados
Si por motivos varios, consumimos a menudo alimentos precocinados debemos tener en cuenta que es mejor completar el menú con una buena ensalada casera y una pieza de fruta ya que aunque es cierto que este tipo de alimentos resulta muy práctico, ya que al estar ya preparados, tan solo es necesario calentarlos o o como mucho, freírlos, los especialistas recomiendan que sean consumidos de una manera esporádica ya que contienen más cantidad de grasas, calorías, aditivos y sodio que los platos naturales.
A la hora de comprarlos es muy importante que aprendamos a leer lo que dicen sus etiqutas para conocer perfectamente la calidad y cantidad de las grasas, azúcares o aditivos que contengan. Un consejo: comparar la composición de varios productos de diferentes marcas pero del mismo tipo y elegir el que lleve menos añadidos, es aconsejable, pero siempre teniendo en cuenta que la etiqueta no se refiere a una ración individual sino a 100 gramos del producto.
Ejemplos de comidas precocinadas: unas croquetas, empanadillas o barritas de pescado precocinadas y congeladas pueden hacerse perfectamente al horno y formar parte de una estupenda cena que acompañaremos con una ensalada. Si nos decidimos a comprar una tortilla de patatas o una pizza precocinada, debemos confirmar que el envase esté perfectamente intacto. Los precocinados en conserva como unas lentejas, una fabada, etc. pueden servirnos perfectamente como fondo de despensa.
Alimentos congelados y alimentos frescos
Hay algunos estudios que han demostrado que si el proceso de congelación de los alimentos se hace correctamente, éstos tienen las mismas vitaminas que los alimentos frescos. Además también hay que tener en cuenta que los congelados naturales como verduras o pescados, resultan mucho más cómodos de usar ya que se presentan sin desperdicios y listos para ser cocinados y su precio es más económico. Es más, en algunos casos puede ocurrir que sean incluso mejores que los alimentos frescos ya que al ser congelados al poco de ser cosechados, conservan sus propiedades nutricionales mejor que los frescos que cuando llegan a nuestro hogar ya han pasado varios días después de la recolección. Este tipo de alimento puede consumirse todos los días aunque siempre intentando mantener el equilibrio entre el consumo de éstos y de los alimentos frescos.
Por otra parte los alimentos frescos es cierto que nutren mucho pero tienen un problema: duran poco. Cuanto mayor es su frescura, mayor cantidad de vitaminas y minerales tiene, pero cada día que pasa van perdiendo propiedades. Además no suelen contener aditivos como en el caso de los precocinados, pero sí puede contener restos de pesticidas o de otras sustancias por lo que es muy importante lavarlos muy bien o comprar los de agricultura ecológica. Además podemos preparar nuestros propios precocinados comprando mayor cantidad de alimentos frescos y cocinar raciones mayores para repartirlas en fiambreras individuales y congelarlas. De esta manera estarás completamente segura que no llevan ni un solo conservante.