En cada familia varía la forma de educar a los niños, así como el tiempo que se pasa con ellos y la forma en que se dan los castigos. Los padres deben entender que son el principal ejemplo a seguir para los pequeños y a través de sus actos radica como sus hijos van a actuar en el futuro. Por ello, a continuación, los diez mandamientos para fomentar una buena educación y una buena relación familiar. 6. Aceptar a tu hijo tal cual es
Cada niño tiene una personalidad propia y única que se debe aprender a respetar. Algunas veces los padres se sienten defraudados porque su hijo no demuestra cualidades que ansiaban ver en ellos, dando por consecuencia que se experimente cierta sensación de rechazo, que suele ser muy frustrante para todos.
Aunque no sea «perfecto» a los ojos de los padres, el niño debe ser querido y aceptado tal cual es, sin tratar de cambiar ninguna de sus preferencias o aptitudes. No se deben crear demasiadas expectativas con los hijos ni hacer planes a futuro con ellos, porque se le depositará demasiada presión al niño. Los deseos de los padres no tienen que coincidir con las preferencias de los pequeños.
7. Enseñar a valorar y respetar
No es necesario mantener un ambiente de disciplina exagerada, sino que con una dosis justa de constancia y naturalidad el niño suele ser lo suficiente inteligente como para asimilar los hábitos diarios que le enseñan sus padres. Si se le enseña continuamente a respetar las «pequeñas cosas», como el jarrón que se podría romper o no tocar el celular de los padres; el niño de a poco irá incorporando que debe respetar su entorno y las personas que lo rodean.
En algunos casos los niños tienen tantos juguetes que no valoran ninguno, tendiendo a romperlos o a exigir constantemente nuevos. Lo ideal es solo otorgarle aquellos juguetes con los que sean capaces de jugar correctamente y que les generen interés, dejando de lado la abundancia innecesaria. De esta manera el niño no se sentirá desbordado y al mismo tiempo aprenderá acerca del valor de las cosas.
8. Los castigos
La mayoría de los niños suelen recordar por siempre los castigos que se les asignaron, pero con frecuencia olvidan que hicieron para «merecerlos». Aunque las penalizaciones sean adecuadas para su edad, no es recomendado que sea una práctica habitual, ya que los niños pueden disfrazar sus actos negativos y ocultarlos; esto se da porque son muy imaginativos y tienden a protegerse a si mismos. Lo que da por resultado que no entiendan que hicieron algo mal, sino que simplemente se sientan con desamor o falta de atención hacia sus actos.
9. Menos prohibición y más elogio
Para los niños es muy estimulante saber que sus padres son concientes de sus progresos y que además están orgullosos de ellos. Por eso no se debe escatimar en elogios y es necesario alabar todo buen acto, al contrario como actúan muchos padres que solo se toman tiempo para dar regaños.
Dándoles apoyo y generando interés en el progreso se obtiene un mejor resultado que resaltando sus equivocaciones y malos actos.
10. No perder la paciencia
Es difícil, pero no imposible. Por mas que los niños desafíen con gestos, palabras o negativas, siempre el objetivo prioritario de los padres debe ser no perder los estribos. Es importante que los padres sepan controlarse, ya que de lo contrario se puede ocasionar mucho daño en el sano crecimiento del niño y en su autoestima.
Los niños siempre están interesados en conocer su nivel de competencia personal, y el hecho de recibir una descalificación de sus padres les genera una terrible desconfianza. Cualquier técnica es válida antes que reaccionar con agresividad ante los niños. En todo caso si por error a los padres se les escapa un insulto o una frase descalificadora es imperante pedirles perdón a los hijos y explicarles que estaban equivocados. Reconocer los propios errores es también positivo para los pequeños.