Las vacaciones no hay duda de que rompen todas las rutinas que se han ido adquiriendo a lo largo del año, por eso es muy importante lograr organizar algunas otras nuevas para que esos cambios afecten en la medida de lo posible, lo mínimo a los niños. La siesta es uno de esos hábitos que no se deben abandonar ni siquiera en verano, especialmente en los niños menores de cinco años. Descubre algunos trucos para conseguir que puedan dormir un rato después de comer.
¿Cuánto tiempo tienen que dormir?
Las numerosas actividades que se realizan durante las vacaciones, el reencontrarse con amigos y familiares con los que normalmente no se convive y las nuevas emociones que los niños viven durante este período, hacen que éstos se lleguen a olvidar de la siesta por completo.
Las horas que necesita dormir un niño dependen mucho de su carácter y de las necesidades de su cuerpo, así como de sus costumbres, del ambiente en el que crece y del estado de su salud.
Lo que es cierto es que según van creciendo van necesitando una menor cantidad de horas para dormir tanto por las noches como durante el día, pero hasta que no cumplen los cinco años aproximadamente, no suelen consolidar su sueño durante las noches para conseguir dormir unas diez horas seguidas.
Hasta esta edad las horas aconsejables de siesta se sitúan en torno a una y dos. En caso de que sean más cortas es necesario procurar que las alarguen algo más. En este caso una buena opción es sentarse a su lado un poco antes de su hora habitual de despertarse y cuando comienza a hacerlo cantarle o acunarle hasta que se vuelva a quedar dormido.
¿Cómo saber si descansa suficientemente?
Si el niño se levanta con dolor de cabeza; si le cuesta despertarse y desea seguir durmiendo; si no consigue despejarse tan rápidamente como durante el resto del año; si está cansado durante el día o soñoliento o si se le observa irritable o despistado, pueden ser signos evidentes de que el cambio de las vacaciones le está afectando y es necesario que se le eche una mano para que su descanso sea lo más placentero y reparador posible.
Por otra parte si se observa que durante el día el niño está activo y feliz y que durante las noches duerme bien, no es necesario preocuparse si algún día no quiere echarse la siesta.
En cualquier caso cuando llegue la hora de dormir, ésta no debe ni puede convertirse en una auténtica batalla. No es necesario obligarle a que se duerma y se debe hacer lo posible para que asocie su camita con sensaciones lo más agradables posible. Tampoco hay que dejarle llorando hasta que se duerma por agotamiento y si le cuesta mucho dormirse en su cama o en su cuna, será necesario optar por una colchoneta o cualquier otro sitio donde se logre sentir mucho más cómodo y pueda por fin descansar.